Una Introduccion A La Ensenanza De La Filosofia

Author : José L. Fernández Marcantoni
Publisher : Juan Martin Castellano
ISBN 13 :
Total Pages : 426 pages
Book Rating : 4./5 ( download)

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Download or read book Filosofía de José L. Fernández Marcantoni written by José L. Fernández Marcantoni and published by Juan Martin Castellano. This book was released on 2023-05-31 with total page 426 pages. Available in PDF, EPUB and Kindle. Book excerpt: En una obra que ha tenido desde su concepción el propósito de ser provechosa en todo sentido para los que se inician en estas materias (así como para los encargados de iniciarlos), la mejor prueba de su cumplimiento está en lo que la experiencia ha permitido verificar. Y son los alumnos y profesores que desde hace varios años manejan este libro, los que dan testimonio del cumplimiento de sus propósitos. Quise en un principio hacer un libro para alumnos secundarios con cierta profundidad y que superara los esquematismos; pero de inmediato vi que este contenido no es obstaculizado, sino al contrario, mejorado, con otros que corresponden estrictamente a la enseñanza superior, y a los que se puede pasar gradual e insensiblemente. Esto tiene la ventaja, además, de permitir a nivel secundario una enseñanza más sólida, menos limitada a determinados tópicos, más libre para el profesor que debe graduar sus enseñanzas de acuerdo a infinidad de circunstancias diversas, Después de todo, un libro de estudios nunca puede ser la última palabra en la enseñanza, todo depende de la categoría profesional del docente que lo maneja. Es él quien puede darle a este texto, el carácter de un libro para enseñanza media o superior, según el caso. Por otra parte, sus resultados, también verificados a posteriori en la obra que se ha dejado en muchos espíritus, me confirman que el modo de desarrollo doctrinario de esta introducción es el más conveniente. Hoy en día se sigue declamando en favor de la “libertad de pensamiento” y contra todo “dogma”. Parece que los hechos, los resultados de determinadas maneras de encarar educación, no fueran lo suficientemente aleccionadores, cuando se trata, como ahora, de suministrar el ABC de la Filosofía, se pretende que no hay que coaccionar la indeterminada libertad o independencia del discípulo en lo intelectual, y que sólo hay que presentar un muestrario de las conclusiones más diversas y opuestas que se han dado en la materia, una historia de sistemas y de los problemas suscitados por los mayores filósofos, puestos a su vez a suscitar la inquietud del alumno. Tal concepción es una falacia que transpone la libertad racional humana a un ámbito donde, por el hecho de hacerlo, da por supuesto que todo es dudoso. Si esta es la primera impresión que dejamos en el discípulo, éste tiene derecho a preguntarse: ¿qué clase de ciencia es ésta, que aún no ha llegado a ninguna conclusión cierta? Proponer problemas sin dar al menos un principio de solución, es dejar a la inteligencia, inmadura en estas cosas (y que en el caso de los jóvenes carece de una respuesta a los supremos problemas del sentido de la existencia y la realidad toda, como la que la vida da de algún modo al hombre adulto) en un tembladeral, y la realidad nos muestra quiénes son los que se sirven de las inteligencias puramente problematizadas, sin ninguna orientación firme, para llevarlas en la dirección que ellos quieren. Presentar todos los sistemas como verdaderos, es confundir la filosofía con el arte, las distintas formas de expresión filosófica, aunque se trate de las de mayor significación, con una galería de cuadros famosos donde todos valen, de modo diverso, por su belleza. Y que nadie piense que es “neutro” en la presentación de temas o problemas; detrás de cualquier forma de expresarse en filosofía se traslucen supuestos kantianos, o empiristas, o fenomenológicos, o de la clase que fueren. Lo correcto en Filosofía es ser sincero consigo mismo, reflexivo y consciente de aquello que en el fondo se defiende; el filósofo pone su propia concepción frente a las otras y las discute; si éstas demuestran poseer más valor de verdad, debe inclinarse ante ellas; de lo contrario, nada le impide afirmarla, pues no hacerlo es no re conocer los derechos de la verdad, alentar una idea de libertad pésimamente entendida, es, en fin, no saber (o hacer que no se sabe) que frente a la evidencia la inteligencia no es libre de aceptar o no una verdad. Lo que no se debe hacer es cerrar los ojos ante las grandes expresiones del pensar filosófico; hay que conocerlas, pero desde un criterio, una actitud crítica y firme que pueda y sea capaz de distinguir el trigo de la cizaña. ¿Cómo, si no, podríamos pretender que asuma por sí mismo una posición quien no tiene ningún elemento de juicio para hacerlo? La actitud más objetiva en Filosofía es recurrir a la lección de la historia. Esta, unida a mi experiencia personal, es la que me confirma que el camino de la verdad se halla en una orientación que por algo se la ha llamado “Filosofía Perenne”. En ella encontrará el principiante el más rico tesoro de verdades funda mentales, capaces de inmunizarlo contra todo extravío y las aberraciones ideológicas que, hoy sobre todo, son el cáncer del espíritu y de toda auténtica vida en plenitud humana. Aquí está el meollo de lo que rectamente se entiende por una verdadera formación humanista, de una formación que, por añadidura, es la que responde a nuestro ser nacional y que entronca con el ideal greco-latino-cristiano, que nos alimenta y define.